Etiquetas

miércoles, 30 de marzo de 2011

Un grito histerico bajo la luna.

Terminada otra jornada, agotadora de caza, y después de una fugaz y reconstituyente ducha, ya cenando en el campamento, entre los  comentarios de los lances disfrutados por cada uno de los que formábamos el grupo, se acerco el jefe de los pisteros a comentar con Tomas, parece que estaba merodeando cerca del desolladero un macho de Hiena Marrón, al ver mi interés, Tomas me ofreció la oportunidad de darle caza, la que sin dudarlo ni un momento acepte de inmediato.
Pase esa noche recopilando información sobre esa especie para mi desconocida, si bien había visto alguna foto , se ve que no había atraído mi atención. En el hall del campamento había unos carteles con todos los animales del continente africano, bueno solo estaban los que se podían cazar, en estos carteles pude informarme de que el animal en cuestión la Hiena Parda o Marrón ( Hyaena Brunnea)se trataba de un primo más pequeño de la Hiena Manchada (Crocutta crocutta), que pesaba entre 30 y 50 Kg, que su altura en la cruz raramente superaba los 115 cm. Su habitad se encontraba en las regiones de la Sabana árida y desiertos, y con poblaciones estables en Namibia, Botswana y Sudáfrica.
Mamífero carnívoro, principalmente carroñero, aunque en épocas de escasez, no desdeñaba ni las frutas ni los vegetales, viven en jerarquías matriarcales formando clanes de hasta 20 individuos, en los que no aceptan ningún macho reproductor, estos normalmente son nómadas.
A diferencia de su primo mayor la Hiena Manchada, la Hiena Parda rara vez caza, a no ser animales pequeños y o enfermos y eso sí, siempre en grupos. Es muy cobarde y asustadiza, como luego tuve la ocasión de ver en primera persona.
Al día siguiente, (Dereck), el  profesional que tenía asignado, me dijo mientras preparaban el todoterreno, “ Lui ,this night ,shot Hyna”, ok?, ok respondí, había pasado toda la noche pensando como seria el lance, el puesto, me hacia mil elucubraciones de cómo sería ese momento, y deseaba que llegara la tarde para intentar su caza.
Bueno estuvimos todo el día cazando un área cerca del campamento, hicimos varias entradas a impalas, cebras , etc, pero estos no estaban en mi lista de favoritos que tenia para este viaje, el objetivo principal era el Hipo, y ya lo había conseguido, así que los días los ocupábamos cazando en una finca familiar, del socio sudafricano de Tomas y Jesús, Ben, un tipo grande, un poco borde y maleducado, pero un gran profesional curtido en mil batallas.

Pues bien, la finca en cuestión es una finca abierta alejada a más de dos horas del campamento, con lo que se perdía bastante tiempo de caza, pero lo recompensaba el saberse libre, y cazar a tu manera con la incertidumbre de la caza, en la finca de Ben, había en la parte del rio grandes facos y esquivos Bushbuck, de estos últimos tuve la suerte de poder abatir un ejemplar de categoría de un tiro entre dos matas y corriendo, (como de cortadero), el PH flipaba, normalmente no dejan tirar sin apoyo y a animales que no den un tiro bueno, pero en los lances anteriores, ya se dio cuenta de con quien se la estaba gastando, jajaja.
También había una colonia de de babuinos en unos altos rocosos cubiertos de vegetación y salpicados con algunos Baobab, impresionantes y bellos arboles, pero estos monos sabían mucho y no nos dieron oportunidad, también había bastantes Velvet, o Mono Verde, pero la verdad no me hacía gracia quitarle la vida a tan simpático animal.
 Tengo recuerdos maravillosos de mis días de caza en esta finca, siempre con la golosina de descubrir algún leopardo sesteando en los roquedos, Ben había matado un par de buenos gatos allí mientras recechaba otros animales, o de conseguir un buen Klispringer, el cual pude conseguir unos días después, tras un duro rececho y gracias a las dotes  de mi PH, haciendo el reclamo con una simple hoja.

Pero bueno volvamos a la Hiena, comimos en el campamento y después de echar una siesta, bueno de intentarlo, nos pusimos en marcha. Cargamos el Toyota con lo necesario, no faltando una pequeña nevera con agua fresca, algún sándwich y refrescos. Tras unos cuantos kilómetros, llegamos a una charca detrás de las naves donde se desuellan a los animales,  y bordeando esta subimos a un pequeño claro dentro del Bush, donde haríamos el puesto, paramos el coche en medio del claro y al  bajarnos de este,  comprobé de donde venia ese olor tan pestilente que nos acompañaba desde unos cuantos cientos de metros antes de llagar al lugar elegido para el aguardo, estábamos en el medio de un gran montón de huesos , vísceras pieles, millones de moscas y gusanos, formaban una alfombra viviente propia de cualquier película de terror, pero en fin, todo lo que fuera por conseguir a la Hiena.

Rápidamente montaron un hide, como el que llevan los arqueros, como una tienda de campaña  preparada con múltiples troneras y a diversas alturas para poder efectuar el disparo con distintas armas y o posiciones, pusimos la tienda donde nos pareció que teníamos mejor tiro y teniendo en cuenta por supuesto el aire y la luna.
 Ya dentro del hide Dereck, mando al pistero que nos acompañaba, que cortara algunas ramas y que volviera a las naves , a por cebo fresco y maloliente, y después de esparcirlo por el claro, partió hasta una hora pactada ya entrada de noche.
Transcurrió esa primera noche rápida y sin sobresaltos, hasta que el ruido del motor de Toyota me despertó de una de las muchas cabezadas que di, fruto del cansancio y el aburrimiento, puesto que nuestro invitado falto a su cita.
Recogimos todo y al campamento, mañana lo intentaríamos de nuevo.
De nuevo al atardecer, ya estábamos en el hide, mientras escuchaba alejarse el Toyota, pensaba si la diosa fortuna estaría esta noche de nuestra parte. Acostumbrado al zumbido de las moscas y familiarizado ya con ese olor nauseabundo que despedían los despojos de cientos de animales que allí aprovechaba la fauna carroñera, fueron pasando las horas en una quietud propia de un cementerio, solo rota por algún que otro ataque de tos que no podía controlar y que a mi profesional parecía, que no le hacía mucha gracia, aunque enseguida pasaba a darme una botella de agua amablemente, aunque intuía que estaba un poco molesto con mis toses.
Habían pasado más de tres horas, cuando me encontraba  dando una de esas cabezadas, cuando Dereck, me toco suavemente en la rodilla derecha y me dijo en voz baja “hyna”, señalando hacia el comedero, levante la cabeza muy lentamente a la vez que los prismáticos, y solo pude ver una fugaz sombra alumbrada por la luna, se movía sin hacer ningún ruido, estaría a no más de 30 metros, cuando se tapo en una sombra, decidí entonces cambiar los prismáticos por el rifle, me apoye en la vara, y espere y espere a ver si nos daba la cara tan escurridizo animal, cuando de pronto empezamos a oír el ruido de un motor que poco a poco se iba acercando, me cago en la ………….., empezamos a ponernos nerviosos buscando yo con el visor y el con los prismáticos por todos los resquicios del comedero a nuestro fugaz anfitrión, pero como era de esperar, ya se había ido. No salimos del hide hasta que el Toyota paro y apago las luces, albergando hasta la más mínima esperanza de tener una oportunidad. Contrariado salí del hide, este tío o no me entendió cuando le advertí que no vinieran a buscarnos hasta que oyeran el tiro, o es que ha pasado de mí. Sin apenas mediar palabra me subí al cajón del Toyota, como en señal de mostrar mi cabreo recogieron las cosas y en marcha.
Salimos del claro, había una preciosa luna a punto de llenar, y era una noche estrellada, de pronto me pareció oír un grito, inmediatamente toque el techo del coche mandándoles parar y apagar las luces, esperando una confirmación a lo que me había parecido el tan esperado chillido de la hiena, pasaron unos segundos y ante la incomprensión del profesional, les mande con gestos callar y escuchar, al poco pudimos volver a oír ese chillido inconfundible de la hiena, no me lo podía creer, parecía que venía en nuestra dirección, cada vez se la oía más y más cerca, el profesional cogiendo el faro me pregunto que si alumbraba, a lo que rápidamente me negué, había suficiente claridad, como para intentar un tiro certero, de pronto y sin previo aviso en un claro que daba a la charca apareció por fin la hiena, que al vernos  se quedo sentada como un perro, y antes de que pudiera reaccionar, yacía inerte de un  preciso tiro del 375. Indescriptible fueron los gritos de alegría de los tres que ávidamente salimos del coche para ver que era verdad lo que había sucedido, si, por fin pudimos comprobar al gran macho de hiena marrón errante a nuestros pies.


No hay comentarios:

Publicar un comentario